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Alguien toca la puerta

Por: David Henestrosa Carrasco

Salina Cruz, Oax.

02/11/2015

   Eran los días cuando las computadoras personales no eran de uso común, la mayor parte de las cosas se hacían a mano, con pluma y papel, a veces escribiendo sobre las rodillas, y en otras sobre una mesa, y si era el caso de manera más afortunada apoyados con una máquina de escribir, si de esas mecánicas, de las antigüitas.

 

En uno de esos días, en la soledad voluntaria de mi cuarto, me encontraba trabajando en mi tesis profesional, en la traducción de un manual del inglés al español.

 

Era medio día, y desde el rincón de mi cuarto, al fondo de la casa de mis padres, hasta allá, se escucharon unos toquidos en la puerta metálica de la cocina, en donde un visitante insistentemente con sus toquidos se había anunciado para decirnos que había llegado a nuestra casa.

 

Tras los toquidos en la puerta, y escuchar desde ahí, que la puerta se abría, y unos segundos después que esta se cerraba, desde mi lugar me imaginaba que el visitante había ingresado a la casa y era atendido por la única persona que se encontraba conmigo y que era mi madre, quien se encontraba en la sala bordando una prenda.

 

Tras unos segundos, después de este evento, la escena se volvía a repetir: “toquidos en la puerta, la puerta que se abría, y nuevamente se volvía a cerrar”, y nuevamente: “toquidos en la puerta, la puerta que se abría, y que nuevamente se volvía a cerrar” y se alcanzaba a escuchar el “blam” metálico de cuando una puerta de metal se cierra sobre su marco también de la misma estructura. Fueron tres veces seguidas.

 

Por supuesto, esta situación generó en mi cierta molestia, porque evitaba concentrarme en mi labor, y provocó que me levantara de mi lugar, y saliera de mi habitación para saber quién era esa persona que estaba tocando de manera insistente.


Me dirigí a la sala en donde mi madre se encontraba , y le lance la pregunta:

¿Mamá quién es el que está tocando insistentemente la puerta que no deja concentrarme?

 

A lo que mi madre me respondió con una pregunta:


¿Verdad que han estado tocando la puerta? - Y le respondí, sí, por supuesto, por eso mismo he salido de mi cuarto para ver quien está tocando, que no me deja trabajar, y entonces ella me respondió:

 

-Bueno, he escuchado que han tocado la puerta tres veces, y las tres veces la he abierto, me asomo y no he visto a nadie, y llegué a pensar, que era mi imaginación.

Y le respondí de manera inmediata, no, efectivamente, desde mi cuarto he escuchado las tres veces que han tocado la puerta, y las tres veces he escuchado se ha abierto la puerta y se ha cerrado.

 

Mientras comentábamos esta situación, mi madre y yo, nos quedamos mirándonos extrañados, y sorprendidos, sin entender la razón de lo que sucedía, por último solo exclamé: Qué extraño. 


Y me di la vuelta para regresar a mis labores, y mientras daba algunos pasos rumbo a mi habitación, mi madre atrás de mi exclamó de manera sorpresiva:

 

- ¡David! ¿Qué fecha es hoy?, le respondí 30 de octubre mamá… y ella sorprendida y apenada, me respondió:

 

-Dios mío, es Todo Santo, es la temporada donde las almas de nuestros fieles difuntos vienen a visitarnos, y no he preparado mi altar.

 

Por supuesto, mi madre se apresurò a preparar su altar, y apartir de ese día toma las previsiones necesarias para tener su altar preparado desde el 24 de octubre, por si se alguien se adelanta en su visita.

 

Efectivamente, en los días últimos del mes de octubre en donde se dan las lunas más bellas del año, se preparan los altares de muerto con antelación para conmemorar el 1 y 2 de noviembre que es considerado como El Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.

 

Una celebración muy mexicana, y tradicional que tiene el de recibir a las almas de nuestros seres queridos que partieron a otra vida, y que de acuerdo a nuestras creencias ancestrales consideramos que nuestros muertos vienen a visitarnos una vez al año a disfrutar de los placeres de la vida, de lo que en esta vida disfrutaron, con el permiso de nuestro creador.

 

Es una costumbre, es una creencia, no es algo que pueda comprobarse con certeza, pero sin duda, a mí me gusta, es parte de nuestras tradiciones de honrar a nuestros muertos, y es algo que debemos preservar.

 

No sé a Uds., pero a mi me encanta celebrar los días de muertos, con su grandes altares, con flores de cempasúchitl, con guie chachi, y en donde se colocan, frutas, dulces en sus diversas variedades, como el de calabaza, y nosotros, tenemos la oportunidad de disfrutar de unos ricos tamales, con atole o champurrado; y las infaltables calaveritas de dulce.

 

En mi pueblo, de donde soy, de la etnia zapoteca indìgena a esta celebración le llamamos Xhandù en zapoteco.

 

Que tengan un feliz dìa de muertos.

SUREDA 

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