
Por David Henestrosa Carrasco
Juchitán, Oax.
08/03/16
**En el Día Internacional de la Mujer
La historia de una mujer indígena en su lucha en contra de las empresas trasnacionales
Ella es Carmen, y luce distinta de la última vez que la vi, su rostro ahora denota estrés; una profunda afectación emocional por el terrible momento que pasó cuando a decir de ella, unos pistoleros intentaron llevársela por la fuerza, y que con insultos y amenazas de desaparecerla ella soportó con gran fortaleza.
Tres atléticas mujeres la detuvieron en el centro de la ciudad de Juchitan cuando realizaba las compras propias de una ama de casa en el mercado local.
Tres mujeres vestidas de azul la detuvieron, dos de ellas la tomaron del brazo, la insultaron, y le metieron miedo primero, así lo dijo ella, para después preguntarle si ella era Carmen, ella negó ser la persona por quien preguntaban, pero ellas insistieron y le volvieron a insultar y le volvieron a meter miedo:
“No te hagas pinche vieja, tu eres Carmen, sabemos quién eres y en donde vives”, tras esto volvieron a cuestionar “dinos en donde se encuentra Carlos (Carlos Sánchez comunicador de Radio Totopo) , en donde esta Sara”, Carmen les respondió: “no soy Carmen y tampoco conozco a Carlos”; nuevamente volvieron a llenarle de insultos y amenazarla, una de ellas le mostró una pistola, para intimidarla y lo consiguió, pero se sostuvo en su dicho, pero le volvieron a presionar:
“Habla pinche vieja, acepta que tu eres Carmen y tú sabes quién es Carlos… no te hagas pendeja, tenemos una fotografía en donde estás con él”, posterior a esto, una de ellas le mostró una fotografía desde un celular, y arreciaron los insultos:
“Pinche vieja, aquí está la fotografía, aquí estas tu”, ella lo volvió a negar y las mujeres le volvieron a injuriar: “claro que eres tú, dinos en donde está Carlos o te vamos a desaparecer, si no nos dices”.
Mientras le tomaban del brazo para conducirla a una camioneta de color azul marino en donde estaban otras personas; Carmen empezó a gritar que se le la estaban llevando, y la gente del mercado al escuchar los gritos empezaron a gritar también, durante ese trance, Carmen se zafó de sus captoras, y corrió lo más que pudo entre la gente, entre los puestos del mercado, hasta llegar a una tienda de ropa, las mujeres que la habían capturado momentáneamente corrieron tras ella para recapturarla, pero ella tenía ventaja y pudo esconderse entre los mostradores de esa gran tienda, agachada, casi en cuclillas, y desde esa tienda de ropa pidió auxilio a un mototaxista que iba pasando por el lugar, le gritó con todas sus fuerzas, hasta que el conductor del mototaxi volteó a verla y se apresuró a auxiliarla.
El mototaxista llevaba pasaje, era una señora que venía de su mandado, pero al ver el apuro en que se encontraba Carmen, poco importó a la pasajera y al propio mototaxista que este se diera vuelta en una maniobra casi suicida sobre la calle entre el tráfico, para auxiliar a la necesitada.
“Ándale apá ayuda a esa señora, dijo la pasajera, una señora de edad de huipil y enagüa que había solicitado el servicio tras hacer su mandado”.
Carmen salió presurosa de su escondite y subió a la unidad que salió disparada en lo más que podía, y tras ellos la camioneta de los "pistoleros" como Carmen llamaba a quienes le perseguían.
La persecución al moto taxi por parte de los pistoleros duró solo minutos, porque el mototaxi menos voluminoso se escabulló entre los autos, y entre otros mototaxis que se prestaron a contener a los perseguidores, más adelante en una esquina bajo la pasajera con cierta dificultad por su edad, pero antes de retirarse, nuevamente le dijo al conductor:
“Anda apá llévatela, sálvala que no la agarren”.
Carmen se salvó de los “pistoleros”, gracias al apoyo de ese moto taxista, y de otros más.
Mientras Carmen me contaba esto, vi como su rostro volvía a reflejar el miedo, y las lágrimas asomaban a sus ojos, pero se contuvo a llorar frente a mí.
Me contó que tuvo mucho miedo, pensó en sus hijos; y tuvo miedo porque pensaba que iba a dejarlos solos.
Ella me platicó que desde los 12 años perdió a su madre, por las circunstancias de la vida tuvo que sobrevivir saliendo a vender a la calle tortillas de horno.
“Pegaba tortillas” ya a esa edad, me contaba, y una vez de hacer las tortillas, me subía el “dxu´mi” (canasto) a la cabeza para ir a vender de casa en casa, pero no siempre vendía tortillas, otras veces vendía pescado, así me gané la vida desde niña.
Y cuando estas mujeres me detuvieron del brazo, en ese momento me acordé de mis hijos, y me acordé que mi hija la mayor que tiene 13 años ya sabe hacer tortillas, y ella ya sabe cómo defenderse en la vida, "por ella no tanto", dijo, pero de quienes más preocupé fueron de mis dos hijos, los más pequeños.
Me contó que el otro día una camioneta había ido a su casa, los ocupantes de la camioneta le tomaron fotografías a su casa, y a sus hijos cuando estaban jugando en el patio de su casa, le avisaron los vecinos, y ella salió a ver quiénes eran, al salir del interior de su casa, la camioneta salió de manera intempestiva de ese lugar.
Le pregunté a Carmen si por el acoso a su persona, y a su familia iba a dejar de apoyar al movimiento en donde participa, que es el movimiento en resistencia a la defensa de su territorio, de la Asamblea Popular del Pueblo Juchiteco (APPJ), frente a la empresa eólica española Fenosa; y ella respondió con enojo que no. Y tomó aire para decirme con determinación:
“¡Continuaré!; y si ellos me va llevar que me lleven…pero yo no voy a dejar de apoyar, porque lo que hago es en beneficio de mi pueblo, y una herencia en favor de mis hijos…soy pobre, pero lo que hago, está bien”.
Días después por el tema eólico, se dio un enfrentamiento entre la policía estatal y los integrantes de APPJ, el grupo en donde Carmen participa, el resultado del enfrentamiento varios lesionados en ambos bandos; Carmen estuvo presente durante el enfrentamiento.
Ella fue una de las mujeres que entabló dialogo con los funcionarios del gobierno de Gabino Cué que comandaban al grupo de policías estatales, esto previo al enfrentamiento.
Cuando los estatales arribaron a la barricada, ella fue una de las interlocutoras, antes de desalojarlos violentamente, allá en la séptima sección, a la salida, con rumbo a Playa Vicente.
En el enfretamiento, ella recibió una patada de un funcionario publico del gobierno de Gabino Cué, este servidor sigue en funciones, su nombre es Donald.
Carmen también enfrentó a la policía, o más bien se defendió de ellos, porque ella fue la que enfrentó a una de las mujeres policías más agresivas que iban en el contingente.
Quienes la vieron, me contaron que Carmen se enfrentó a ella, pero sin lanzar ningún solo golpe, solo la abrazó, la nulificó, y al ocurrir esto, más mujeres compañeras suyas, se sumaron a ayudarla, y esta mujer policía fue detenida, imposibilitada a marcharse cuando los estatales tocaban retirada.
Más tarde, la mujer policía fe entregada a los representantes del gobierno de Gabino Cué, en una mesa de negociación en la iglesia de Esquipulas, teniendo como mediador al sacerdote de la parroquia.
Ahí estaba Carmen, la vi entre todas la mujeres, nos saludamos, ahora su rostro ya no reflejaba miedo, ahora reflejaba el rostro sereno, el de una mujer digna, combativa.
Gracias Carmen, le dije cuando voltee a verla, pero sin decir ninguna palabra, ella me entendió perfectamente, y me sonrió.
El día de hoy Carmen es una de las mujeres indígenas que cuentan con medidas cautelares por parte de Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Correo electrónico: dhenestrosa@gmail.com
Carmen
Fotografía de Graciela Iturbide (Juchitán de las Mujeres)





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