Por Samuel Pérez García

Cosoleacaque, Veracruz.

14/03/2016 

   Falló la estrategia de incluir a los corruptos en Morena, porque en lugar de resultar beneficioso, resultó dañino.

Los resultados son negativos en esa ciudad tabasqueña, donde competía Octavio Oropeza de Morena contra Gaudiano Rovirosa, de la alianza PRDPT.

 

Esta alianza obtuvo 74,881 contra MORENA 44, 392, y el PRIVERDEALIANZA consiguió 44,309, cuando casi están todas las casillas computadas, pero aún con las que faltan, la cifra no se revierte.

Es cierto que pudo existir fraude con la entrega de tarjetas para despensas y otra serie de actos que no faltan.

 

Pero desde mi punto de vista, lo que pegó más, a decir de algunos tabasqueños morenizados, fue la inclusión en Morena del corrupto Evaristo Hernández, expresidente municipal del Centro, con lo cual la lectura que hay que darle a esta derrota es que en política no siempre la suma es suma, sino que resta, que en este caso fue esto último, precisamente.

 

Así que aquellos detractores que solamente piensan en sumar y sumar, sin saber que suman, menuda sorpresa han de llevarse, tal y como sucedió en Cosoleacaque con la imposición de Rocío Pérez, en Minatitlán con la tal Sheridan, amiguísimas de Rocío Nahle, y lógicamente en Acayucan y Coatzacoalcos, que aunque fue de grados y matices distintos, no deja de llamarse imposición.

 

Además, esta línea de orientación ha dejado entrever que en Morena existen dos tendencias que luchan entre sí: por un lado, la línea burocrática del partido, cuyo pensamiento es mandar tajantemente lo que los altos dirigentes consideran estratégico, imponiendo candidaturas, repartiéndose Veracruz a lo largo y ancho del territorio; y por otro, la línea democrática que está emergiendo desde abajo, y que está reuniendo a los inconformes para pelear por lo que les corresponde: democratizar a Morena, antes que sea demasiado tarde.

Pero también, Andrés Manuel debe darle una lectura a lo que pasó en Tabasco, sin la óptica del fraude a secas, sino analizar el ingrediente de esa suma nefasta que él mismo se encargó de propagandizar al decir que con sólo incluirse en Morena, Evaristo estaba limpio.

 

La autocrítica nunca está de más, mucho menos oír a los de abajo, que aunque sin cargo, algo sabemos del asunto. Aquí la dejo, por hoy.