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Por Celia Mendoza Reyes

Ixtaltepec, Oax.

08-03-16

   Vivimos en una sociedad putrefacta hasta la medula donde sobrevive el o la más fuerte al margen de la ley. México es un país que no ajusta sus acciones al estado de derecho y el poder público está al servicio del que más tiene y no para institucionalizar el apoyo solidario para con aquellos o aquellas que viven en situaciones infrahumanas de miseria y dolor.


Hoy 08 de Marzo de 2016…


Nuevamente esta fecha representa para muchos sectores de la sociedad un día de “homenajes”, marchas, conferencias, eventos culturales, y uno que otro servidor público en el congreso o ayuntamientos municipales tomara el micrófono y dirá: ya “basta” de tanta violencia a la mujer.


En lo personal hoy no tengo nada que celebrar, quiero estar en silencio, alejada de estos “homenajes”, porque para mí vale más un “gramo” de testimonio que una “tonelada” de discursos.

 

Hasta el día de hoy no hay respuestas, ni soluciones en el Estado de Oaxaca hacia las mujeres adultas, mujeres jóvenes y niñas que siguen sufriendo violencia, mujeres sin la atención adecuada en el sector salud, así como a las víctimas colaterales de los más de 418 feminicidios en este sexenio, que son casos que no se resuelven ante el desgaste económico y emocional en ese viacrucis que se sigue ante las Fiscalías u otras dependencias que se suponen que están para atender estos casos, por ejemplo el gran elefante Blanco de La Defensoría de los Derechos de los Pueblos de Oaxaca.


La pregunta es: si tenemos un gobierno de leyes, que ajusta sus acciones a los principios y valores fundamentales, ¿Por qué entonces, el desamparo de las mujeres de Oaxaca hacia la violencia de los hombres? La respuesta es muy simple, es que el gobierno solo se preocupa por establecer las leyes y no procura su genuina ejecución.

 

Aunque exista una Comisión Permanente de Equidad y Genero en el Congreso del Estado, El Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Fiscalías y centros de Justicia para la atención de Mujeres que sufren Violencia, La Defensoría de los Derechos de los Pueblos de Oaxaca, etc; parece que todo queda ahí en nombramientos, o son utilizados como un “trampolín” político y sin una estructura real, totalmente vacía en la eficiencia para la atención a las mujeres víctimas. 


Debemos comenzar esta lucha de una vida libre de Violencia también desde nuestro interior como mujeres, empezando a gobernar nuestras emociones, cobrando conciencia de que nadie hará “lo que nosotras no hagamos por nosotras mismas”, empecemos pues, a no aceptar que la violencia debe ser “normal” o parte de nuestra vida cotidiana, añadida a nuestra carne.

 

Aunque pudiera ser el padre, hermano, marido, hijo, vecino, el abusador en lo económico, psicológico, físico y sexual, cuando existe una concientización a no callar y a denunciar, sí se puede luchar y defender ya ni siquiera nuestros derechos sino defender nuestra propia vida. 


Debemos declararle una guerra frontal a nuestras autoridades locales, regionales y Estatales que han utilizado el pasado de tradiciones de usos y costumbres sobre la mujer como pretexto, considerando a la mujer sujeta a las más hirientes vejaciones que la convierten en algo insignificante y no en el ser Humano excelso y digno de respeto.

 

   

Nada para celebrar en

El Día Internacional de la Mujer

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